Calibán (Torremozas)
La poesía de Natalia Menéndez nos transporta a las emociones más primitivas. Entiéndase la emoción primitiva como aquella pura, que rasga la corteza que ha creado la sociedad sobre nuestro ser. Reclama ese ser antiguo, esa consciencia que habita en nuestro interior, lo salvaje que, a través de su eterna lucha, busca su liberación. Calibán representa ese ser primitivo que llevamos dentro, que se intenta domesticar y que, convencido, puede someterse; pero a la hora de la verdad, la sangre se aviva en él, a pesar de encerrarlo en una oscura cueva.
La poeta alude al tiempo, a la libertad y a la carne; el tiempo como algo que constriñe, encierra, pero al mismo tiempo es parte del ciclo natural y de la muerte, cuestiones que, para ser plenamente libres, debemos aceptar, igual que debemos aceptar nuestra dualidad de animales domesticados (vuelta a Calibán) y saber que el límite, está en la carne. Somos aves de paso, como dice en su poesía, y sobre nosotros, tenemos un contador. En cualquier momento se termina la cuenta atrás y se activa la guillotina que dictamine nuestro final, o sirva como su preludio.
David Marroquí Newell (Revista Aullido)
Natalia Menéndez es sin duda una de las poetas de más talento de su generación. Su obra, desde los inicios, esta dotada de una coherencia temática y estilística soberbias. Cada volumen aporta nuevas visiones a la vez que reafirma sus obsesiones como poeta, su voz necesaria y coherente. Este Calibán propone una vuelta de tuerca a la figura shakespeariana pero desde el prisma personal y feminista que personalmente me recuerda en ocasiones a la visión experimental de la cineasta Julie Taymor en su aproximación fílmica a La Tempestad (2011).
El poemario de Natalia Menéndez, donde lo visual es tan importante como la escritura, donde lo imaginado está tan presente como lo vivido, es heredero de esta tradición posmoderna y transgresora, que quizás empiece con Derek Jarman (La Tempestad, 1979), siga con Peter Greenaway (Los Libros de Próspero, 1991) y llegue hasta su propia visión. Calibán se inserta sin duda en esta tradición. En estos tiempos de tanta "lírica drugstore" de consumo superficial, Natalia Menéndez propone versos revestidos de la complejidad de lo sencillo: comprensibles, cargados de empatía, necesarios. Una poesía luminosa para los oscuros tiempos que corren.
Jorge Luis Bueno Alonso (Universidad de Vigo)
El síndrome Kalashnikov (Trabe):
“Es un poemario que no dejará indiferente a ningún lector, porque es a la vez el perdón y la penitencia. Imágenes certeras, metáforas precisas, un lenguaje poético digno de elogio, que cual latigazo o frío disparo lacera el cerebro del lector. Una apuesta clara, por la poesía necesaria para el lector actual”.
Enrique Villagrasa
REVISTA QUÉ LEER – nº 185 MARZO 2013
“Al fin, es de agradecer que este libro esté escrito con músculo y con cabeza, llegando a alcanzar notas de belleza en sus momentos más excitados y paroxísticos, un libro que toma partido de manera inteligente por el combate y la lucha como forma de entender esa construcción / deconstrucción que es la vida (…)”.
Javier Lasheras
LITERARIAS
"Una unidad sólida, donde la voz de su autora suena calculada, conforme a su reconocible mirada hacia esa incertidumbre inquietante que es a veces lo inmediato".
Vanessa Gutiérrez
EL COMERCIO